23Junio
¿UNA NUEVA JORNADA LABORAL?
Tras
ver un millón de veces lo que se supone que es ser mujer o ser femenina
nos lo hemos creído. Ya lo dijo Goebbels: “Una mentira repetida mil
veces se convierte en verdad”. Generalmente hablando nuestra identidad
de género está basada en una acción performativa que hemos visto
repetida muchas veces. Esta imagen se produce y se reproduce una y otra
vez, y situada en un contexto X cobra sentido y se convierte en una
realidad irrefutable y parece algo natural, “de toda la vida”.
Lo mismo ocurre con la expresión corporal y lo que se considera bello.
Hoy en día para ser una mujer guapa hay que medir 90-60-90, tener la
cara sin arrugas, y un largo etcétera que todas conocemos. Antaño, como
ya vemos a través de Rubens, el modelo de belleza eran las mujeres
grandecitas, con celulitis y demás.
Entonces, un cuerpo se presenta como modelo de referencia las
suficientes veces y se le acaba reconociendo y cobra credibilidad en el
mismo contexto que simula. Se cultiva una plantilla que con el tiempo se
convierte en representante de la belleza ideal y que a causa de la
exaltación de la sociedad de la belleza se convierte en la condición del
cuerpo femenino por antonomasia. Claro, si no se hace más que cultivar y
confirmar el “cuerpo perfecto” como la norma, cualquier cosa que le
sea un poco diferente será rechazado, es decir, los “cuerpos reales” son
excluidos. Antes la presión era más sutil, sin embargo ahora se nos
bombardea con imágenes de cómo tenemos que ser y comportarnos
constantemente. El hacer de la mujer y su cuerpo un objeto por parte de
los medios de comunicación no hace más que reproducir este pensamiento.
De esta manera se nos trata como cosas, algo sin autonomía, sin voluntad
y sin sentimientos… Si nos fijamos un poquito es fácil ver cómo en las
fotos de anuncios de moda o perfumes en los que se utilizan a mujeres,
siempre nos pintan como meras partes corporales, o de una manera
humillante, o algo sin voluntad…
Creemos de importancia ser conscientes del poder que ejercen los
anuncios sobre nuestra manera de pensar y sobre nosotras… Los anuncios
son más que fotos o carteles en edificios, en revistas…son propuestas.
Son propuestas e ideas de formas dentro de las cuales tenemos que caber.
Crean una imagen de lo que es normal. Si no somos jóvenes, bellas,
sexualmente activas y liberales, si no tenemos una buena condición
física, un cuerpo entrenado…Si no tenemos estas cosas tenemos un espacio
muy pequeño en la sociedad actual en donde estos son los máximos
valores de lo que tiene y cómo tiene que ser una mujer.
Curioso es que justo en este siglo XXI, con todos los avances que
tenemos, “la gran libertad de la que disponemos” y la relativa facilidad
social de igualdad entre hombres y mujeres (por lo menos en grandes
partes de occidente) es cuando más presión hay sobre nuestro físico,
nuestra imagen. Con todas las posibilidades que tenemos a nuestra
disposición y alcance es curioso cómo no nos sentimos tan libres…y puede
ser que las cosas más banales y simples sean aquellas que más opresión
estén ejerciendo sobre nosotras. Moda, maquillaje, cuerpo,
pelo…pareciera como si estas cosas dictan nuestro comportamiento.
Creemos que puede haber una conexión entre la liberación de las mujeres y
los cada vez más altos e inalcanzables ideales de belleza opresivos. El
bombardeo de imágenes que nos llega a través de por ejemplo las
revistas crean un tipo de mujer inalcanzable, lo que crea ansiedad en
nosotras de no poder vivir de acuerdo con la norma…lo que pasa es que
esa norma es falsa. Perseguimos un gol inalcanzable y al no alcanzarlo
pensamos que no tenemos el control suficiente de nuestros cuerpos y esto
conduce a una necesidad de mayor control.
También hay que estar alertas con las tecnologías que en sus productos
introducen símbolos y valores que se consideran femeninos en el intento
de seducir a la mujer para que compre, y normalmente estos productos no
hacen más que reproducir una idea ya normalizada de cómo tienen que ser
las cosas. La propaganda tiende también a restringir nuestras formas de
expresión, es decir, marcan pautas en cuanto a qué conviene desarrollar y
qué no, y todo lo que no esté dentro de esas cuatro paredes uno tiende a
dejarlo un poco de lado. Todas las imágenes que nos llegan a través de
la propaganda facilita ciertas formas de interpretación y en realidad lo
que hacen es reafirmar el orden de cosas, nuestra manera de verlas. Es
decir, los medio de comunicación forman nuestra visión del mundo, de
nosotras y de lo demás.
Naomi Wolf en su libro “The Beauty Myth” analiza cómo las mujeres
estamos afectadas por varios mitos en diversos aspectos y áreas de
nuestras vidas y cómo esto es resultado de relaciones de poder y deseos
de beneficio. Habla entre otras cosas sobre los productos para el
cuidado de la piel y cómo todo este proceso acaba siendo una tercera
jornada laboral. Seguimos ciertos rituales de limpieza, que si el
exfoliante, que si el limpiador, que si el tónico, la crema hidratante,
etc, etc …Un ritual que realizamos por las mañanas y por las noches y en
los que empleamos mucho tiempo. Tenemos la jornada laboral que
realizamos en nuestros respectivos trabajos, luego la segunda en cuanto
al cuidado del hogar y el tercero sería el tiempo restante que empleamos
trabajando en nuestra belleza…lo que conlleva tiempo y energía que en
realidad puede estar quitándonos tiempo para la dedicación a otras
actividades.
Creemos que ser conscientes de esto es importante…Ser conscientes de
hasta qué punto estamos utilizando nuestro tiempo en perpetuar unos
parámetros de belleza y de maneras de ser que hemos ido aprendiendo a lo
largo de nuestras vidas… Con esto no queremos decir que dejemos de
hacerlo; el cultivo de la belleza es un aspecto importante y que además
conlleva una dedicación y tiempo, pero sí replantearnos qué tipo de
belleza y de ideales son los que estamos perpetuando y hasta qué punto
somos conscientes o no de ello.
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